Gee, J. P. (1996). La alfabetización y el mito de la alfabetización: De Platón a Freire. En La ideología en los discursos. Trad. Pablo Manzano. Madrid: Ediciones Morata. (págs. 37-60)
Para Gee, el término “Alfabetización” siempre lleva aparejada una ideología explícita o implícita. Es necesario dejar atrás la concepción individual del término “alfabetización” y concentrarse en ella como un fenómeno social que pueda relacionarse con el poder. El autor desde el comienzo plantea su tesis: “Yo sostengo que cualquier visión de la alfabetización es intrínsecamente política, en el sentido de que implica relaciones de poder entre las personas.” (Gee, 1996, p37). Gee intenta comprobar su tesis haciendo un recorrido histórico por las diferentes miradas de la alfabetización (y el mito que ella conlleva) a través de la historia.
ALFABETIZACIÓN Y CRISIS.
El texto nos ilustra que durante mucho tiempo se ha hablado de una “crisis de la alfabetización”, y que ésta básicamente hace alusión a la incapacidad de muchas personas, que saben leer y escribir, de realizar actividades o tareas más complejas con el lenguaje. La raíz de este problema podría buscarse en la escuela, pero es incluso antes donde las diferencias en las competencias de alfabetización se generan: El contexto social y la ayuda desde el hogar marcan significativamente a cualquier persona (incluso muchos años después) al tener que realizar tareas con el lenguaje. Quienes deberían paliar este efecto de desigualdad entre las personas supuestamente deberían ser las escuelas, pero estas han fracasado: “históricamente, las escuelas han fracasado con las poblaciones que no pertenecen a las élites y, en consecuencia, han replicado la jerarquía social” (Gee, 1996, p40).
PLATÓN Y ALFABETIZACIÓN.
Platón constituye la primera crítica al “mito de la alfabetización” o la alfabetización misma. Propone que la escritura funcionará como un fármaco de la memoria, haciéndose dependiente de ella, provocando que las ideas y los conocimientos no se interioricen gracias a la “ayuda” del texto escrito. Por otra parte, cree que el verdadero conocimiento se sitúa en el diálogo: Para PLATÓN, el auténtico conocimiento se produce cuando una persona hace una afirmación y otra pregunta: “¿Qué quieres decir?” Esa petición obliga a los interlocutores a “re-decir”, decir con otras palabras, lo que quieren manifestar.” (Gee, 1996, p43). Aún así Platón lo que realmente ataca no es tan solo la escritura, sino que: “el ataque más profundo de PLATÓN se dirige contra toda forma de lenguaje o pensamiento que no pueda enfrentarse a la pregunta: “¿qué quieres decir?” “ (Gee, 1996, p44).
En conclusión Platón pensaba como Bajtín: El conocimiento real solo se da en el diálogo, pero también en la escritura como situación dialógica. Aún así, Platón temía en cierto modo al dialogismo, temía la libre interpretación del texto en contraposición a la correcta (la suya probablemente).
è El análisis del lenguaje de Platón acepta el dialogismo solo hasta el punto que le conviene políticamente hablando. Platón no busca dialogismo, busca un solo diálogo.
RELIGIÓN Y ALFABETIZACIÓN.
El dilema de Suecia: A pesar de tener un altísimo grado de alfabetización, esta se llevó a cabo mediada por la religión, y por lo tanto, la alfabetización fue un medio para llegar a un fin: La evangelización total del territorio, y por consiguiente, asentar el poder de la misma.
DIFERENCIACIÓN Y ALFABETIZACIÓN.
Las diferencias en los niveles de escolarización conllevan a diferencias económicas y de puestos de trabajo en el futuro. Aún así, no solo los niveles, sino también las FORMAS de alfabetización. Mientras algunos se los educa para gerentes, a otros para obreros: “La continuidad más sorprendente de la historia de la alfabetización consiste en la forma de utilizarla, era tras era, para solidificar la jerarquía social, potencias a las élites y garantizar que las personas situadas en la parte inferior de la jerarquía acepten los valores, normas y creencias de las élites, aunque hacerlo no contribuya a su beneficio particular ni al de su grupo” (Gee, 1996, p51). En pocas palabras, la alfabetización la mayoría de las veces contribuye a acentuar las diferencias de clases y sus aptitudes.
FREIRE Y ALFABETIZACIÓN.
Aún así, para otros, la alfabetización puede tener otra dimensión: la liberadora. Freire, siguiendo las ideas de Bajtín y Platón, confiaba en una alfabetización que ayudara a potenciar el pensamiento dialógico y por ende crítico en los alumnos. Intenta dejar atrás el problema de la “correcta interpretación” de Platón argumentando que se debe conocer la realidad propia para tener un espíritu crítico, o sea, pensar correctamente.
Pero el problema persiste. Es imposible lograr una pedagogía libre de cargas ideológicas (atendiendo a la concepción de dialogismo de Bajtín): “El dilema de PLATÓN no tiene salida. La alfabetización va siempre con una perspectiva de interpretación que, al final, es política” (Gee, 1996, p53) y es que como el mismo autor afirma: “La educación alfabetizadora no es para los tímidos” (Gee, 1996, p54).
PRÁCTICAS SOCIALES Y ALFABETIZACIÓN.
La alfabetización no es simplemente saber leer y escribir, es saber leer y escribir ALGO. Por lo tanto es necesario tener los conocimientos respectivos en torno a lo que se lee para entender o interpretar. Leer es dejar atrás la decodificación y entrar en el terreno de la interpretación, y por lo tanto el diálogo. Leer es entablar una conversación con textos pasados y futuros, con ideologías y creencias, y que además son propias o ajenas. En conclusión: “los textos y las diversas formas de leerlos no surgen completos del alma individual (o de la biología); son inventos sociales e históricos de diversos grupos de personas” (Gee, 1996, p59)
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